Sabemos que la Luna se formó hace más de 4.000 millones de años tras el impacto contra la Tierra de un cuerpo planetario del tamaño de Marte.
El colosal encontronazo debió, por fuerza, lanzar al espacio miles de
escombros de todos los tamaños. Muchos de esos fragmentos de roca formaron la Luna, pero un buen número de ellos debería estar aún por los alrededores y, lo que es más, algunos podrían incluso haber regresado a nuestro planeta, en forma de meteoritos, tras millones de años de vagabundeo espacial.
Ahora,
y bajo la dirección del astrónomo Bill Bottke, un grupo internacional
de investigadores del Instituto Virtual de Investigación y Exploración
del Sistema Solar (SSERVI), de la NASA, ha conseguido encontrar, en una serie de meteoritos rocosos caídos a la Tierra un registro del gigantesco impacto que formó la Luna.
El mayor impacto conocido en el Sistema Solar interior
fue, sin duda, el que dio origen a la Luna. Pero el momento exacto de
esa colisión sigue sin conocerse con exactitud, y las edades de las
rocas lunares más antiguas traídas a la Tierra por los astronautas de
las misiones Apolo sigue siendo una cuestión sujeta a debate.
Pero las simulaciones numéricas del gigantesco impacto realizadas por Bottke indican que el evento no solo creó un disco de escombros alrededor de la Tierra (a partir del que se formó la Luna), sino que eyectó también enormes cantidades de material mucho más lejos y completamente fuera del incipiente sistema Tierra-Luna. Sin
embargo, el destino de todo ese material, en el que se incluye un buen
porcentaje de masa de la Tierra primitiva, no ha podido ser examinado de
cerca hasta ahora.
Lo
que parece seguro es que un buen número de esos fragmentos impactaron a
su vez contra cuerpos del cinturón de asteroides, entre las órbitas de
Marte y Júpiter,
y que dejaron en ellos numerosas pruebas de lo sucedido. Otras
colisiones más recientes de esos mismos asteroides volvieron a liberar
esos restos de Tierra primigenia y algunos de ellos, para suerte de los
investigadores, han regresado a nuestro planeta y pueden ser usados para calcular, por fin, la edad de la Luna.
Las
simulaciones informáticas y las comparaciones con el número y tamaño de
los fragmentos que se producen cuando los asteroides chocan entre sí
indican que, tras el gran impacto del protoplaneta contra la Tierra,
salieron despedidos al espacio numerosos fragmentos de varios kilómetros
de diámetro. Muchos de esos fragmentos pudieron llegar hasta el
cinturón de asteroides, y además a velocidades muy superiores de las que
tienen normalmente los miembros de ese anillo rocoso cuando chocan unos
contra otros. Esos impactos habrían calentado la superficie de los
asteroides alcanzados hasta el punto de dejar en ellos huellas permanentes de la colisión. Huellas que guardan información precisa sobre el momento y la magnitud del bombardeo.
Según
los análisis de los investigadores, la Luna se formó hace 4.470
millones de años, una edad que coincide con la de los más antiguos
materiales de formación del Sistema Solar analizados hasta ahora por los
científicos. Pero de las «firmas» de este impacto se pueden extraer
también valiosos datos sobre las últimas etapas de la formación de
planetas en nuestro Sistema Solar.
Por
ejemplo, el equipo dirigido por Bottke está estudiando cómo ajustar el
número de asteroides que podría haber aún en el Sistema Solar interior
tras la formación de Mercurio, Venus, la Tierra y Marte. Y esas «firmas»
podrían ayudar también a deducir la historia de impactos de cuerpos muy antiguos, como Vesta,
uno de los mayores cuerpos del cinturón de asteroides, objetivo de la
sonda Dawn y lugar de procedencia de muchos meteoritos caídos en la
Tierra.
Incluso
es posible que pequeños restos del impactador que formó la Luna
pudieran encontrarse aún dentro de los meteoritos que muestran signos
del rápido calentamiento que provocó impacto gigante. Lo cual permitiría
a los científicos explorar por primera vez la naturaleza primordial y
aún desconocida de nuestro planeta natal.
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